Curia provincial: Jenaro Sanjinés #777, La Paz, Bolivia

Jubileo Sacerdotal: Luis Palomera, SJ

17/07/2017

20067510_10156541298603228_744830410_n.png

Usted cumple 50 años de vida dedicada al sacerdocio . A nivel personal ¿qué significaron estos años  en su vida?

Lo significan todo… Porque el ministerio sacerdotal lo abarca todo: Trabajo, estudio, destino, vida de oración, votos, afectos, todo queda impregnado, por así decir, por la vida ministerial.

¿Cuántos de estos años fueron de apostolado en la Provincia de Bolivia y cómo los vivió? ¿En qué parroquias,  obras y/o proyectos participó?
 

En realidad estos 50 años fueron siempre en Bolivia o al servicio de Bolivia o por encargo de Bolivia. 10 años estuve como Secretario Nacional de Liturgia. 30 años colaborando en el equipo de la traducción y adaptación de la liturgia al aymara en el plano lingüístico Y a la vez he sido catedrático de liturgia, sacramentos y homilía en la Universidad Católica más de 40 años. Viví muchos años en La Paz y otros en Cochabamba. Cuatro años en el Altiplano. Un año estuve en Chile con los estudiantes jesuitas bolivianos. 13 años en Roma al frente de dos casas de estudios para sacerdotes diocesanos y jesuitas (el Pio Latino Americano y el Belarmino). Aun estando allí venía una vez al año para dar clases en la Católica. Fui párroco en Colquiri, en Ciudadela Ferroviaria y ahora lo soy en la Parroquia de la Compañía en Cochabamba… Ya ve, demasiadas cosas quizá…
 

 ¿Cómo encuentra a la Provincia jesuítica?
 

 La Provincia es una división administrativa. Yo entré para ser jesuita en cualquier parte. Un tío mío era jesuita y vivió casi toda su vida en la India y allí murió. A mí me enviaron a Bolivia, no sin antes haberlo pedido yo mismo. Entonces éramos muchos. Ahora somos muchos menos. Pero esto sucede en todos lados. A mi modo de ver no solo los jesuitas sino todos hemos de buscar otra manera de llevar las obras, ministerios y estructuras eclesiales, confiando más en las religiosas y en los laicos. De lo contrario la casa se nos caerá encima. Los números son números…

Según su punto de vista ¿qué desafíos encuentran las nuevas generaciones de jesuitas?

 Los de siempre: buscar a Dios y solo a Dios. Entusiasmarse por la obra que Jesús nos ha encomendado, servir al pueblo, en especial a los más necesitados. Sin amor nada tiene sentido, tampoco la vocación religiosa y sacerdotal.

¿Cuál seria su mensaje para los jesuitas que iniciaron su camino sacerdotal y para los que ya tienen años en este ministerio?

Orar, orar y orar. Estudiar, pero no envejecer en la universidad. No perderse en el ruido y en el smartphone. Ser perseverantes en lo que se les confía. A los que tienen años como yo, confiar en los jóvenes y aceptar los cambios con serenidad. Esto último lo digo a todos, pero en especial a mí.

¿Cómo recuerda su primera celebración eucarística? ¿dónde fue?¿qué sintió?
 
La ordenación fue en Barcelona el año 1967, porque estaba estudiando Teología en Bélgica. Sentí agradecimiento. A Dios y también a mis padres. Sentí responsabilidad ante el sí dado. Y deseos de volver a Bolivia. Nunca me he arrepentido de aquel paso.

El P. General le envió una tarjeta de felicitación especial. ¿Podría comentar sobre este saludo?

Suele mandar un saludo especial a los que cumplen 50 años de sacerdocio. Sé que me une a toda la Compañía, en especial a Lucho Roma y a Enrique Jordá que se ordenaron conmigo. Sé que el Superior General y mis hermanos jesuitas orarán por mí. Lo necesito. Y sé que se unirán a mí en acción de gracias “por tanto bien recibido”, como dice San Ignacio en los Ejercicios.