Bolivia y la Venerable Virginia Blanco Tardio
23/07/2017A los 27 años de su muerte
Cuando el Papa Francisco visitó Bolivia en 2015 nombró a dos mujeres que están en proceso de santificación: Nazaria Ignacia March, religiosa, y Virginia Blanco Tardío, laica y soltera. La primera ha sido ya beatificada. La segunda es Venerable, un paso que precede a la beatificación. Nazaria era española y trabajó en Bolivia. Virginia era boliviana y nació, vivió y murió en Cochabamba el 23 de julio de 1990. Muchos de nosotros la hemos conocido. El Papa Francisco la declaró Venerable el 22 de enero de 2015.
¿Por qué es Venerable Virginia Blanco? Porque, a decir de quienes vivieron, trabajaron y trataron con ella a lo largo de su vida, vivió en grado heroico la fe, la esperanza y la caridad, además de otras virtudes. O, si se prefiere, porque plasmó y tradujo en su vida el evangelio de Jesús. De Virginia se puede decir aquello que Pablo dice de los fieles de Corinto: “Nadie puede negar que ustedes son una carta de Cristo … escrita por el Espíritu Santo”. De Virginia podemos decir que su vida fue esa carta de Cristo escrita en grado heroico: carta en defensa y confirmación del evangelio que, quienes conocieron a Virginia, pudieron “leer y entender”.
Virginia fue mujer de oración: Su vida nos enseña a comunicarnos con Dios. A salir de nosotros mismos y de nuestro laberinto. A librarnos de ese solipsismo que a veces se transforma en asfixia y angustia. A escapar de la necesidad de perdernos en el ruido ensordecedor, a salir de la necesidad de sumergirnos en una búsqueda frenética y frustrante en el telecomando de la TV o del smarphone. Ella dedicaba a diario, además de participar en la Eucaristía, un largo tiempo a la oración de la Iglesia y a la meditación de la Palabra de Dios.
Virginia fue mujer de acción: La oración no la encerraba en sí misma, sino que la abría a la acción en favor de los demás. Aprendió desde muy joven que una piedad que no desemboca en el servicio a los demás es una piedad vacía. Virginia, por así decir, no olía a incienso. Su vida estaba al servicio de la familia que la rodeaba, del trabajo en los colegios fiscales, de la preparación de la catequesis que impartía en ellos, de la preparación de los alimentos cada día en favor de los pobres y de la atención a los enfermos en el policonsultorio que abrió en su casa.
Virginia fue mujer de su pueblo: Procedía de una familia acomodada; pero supo plasmar en su medio el amor a los necesitados, vivir austeramente y abrir su casa y su familia al servicio de los más desafortunados. Se anticipó sin hacer ruido ni propaganda a poner en práctica el respeto a la lengua autóctona y al campesinado, sin discriminar a las personas por la lengua o condición social. Los de su familia que convivieron con ella, lo aprendieron de ella. Y quienes la atendían atestiguan que las trataba como parte de su familia.
¿Y por qué deseamos verla santa? Es comprensible esta pregunta: hay multitud de santos y santas; hay ejemplos en toda la historia de la Iglesia de mujeres como ella. Pero necesitamos ejemplos cercanos. Bolivia y en especial los cristianos necesitamos ejemplos de personas que, nacidas y educadas en Bolivia, insertas en su ambiente social y en su medio familiar, nos enseñen a vivir la radicalidad del evangelio. La santidad no es un anacronismo. La santidad no es imposible. La santidad es para toda persona bautizada y no solo para sacerdotes, religiosas y religiosos.
Pedir al Señor que corrobore su santidad: Sabemos muy bien que solo Dios es Santo. Pero Dios nos dice “sean santos porque yo soy Santo”. La carta a los Hebreos nos dice también que estamos rodeados por una nube de santos y santas y nos invita a caminar con ellos hacia la meta, “fijos los ojos en Jesús”, como lo hizo Virginia. La santidad es el fruto de una vida santa. Nadie es santo porque haga milagros. Pero de ordinario la Iglesia antes de declarar a una persona santa o beata (que es el paso anterior) postula un milagro, atribuido a las oraciones de esa persona, que manifieste que Dios corrobora su santidad. Si el examen de una presunta sanación atribuible a los ruegos de la Venerable Virginia Blanco Tardío fuera considerado positivo, el Papa podría declararla beata (bienaventurada). Sería una bendición para Bolivia. Debemos pedirlo a Dios con insistencia.
Luis Palomera, SJ